Pintor de Naturaleza, agropecuario y paseante. ojeapotri@gmail.com 920382395

Cuaderno de campo

Primillas de Oropesa 2015.

Sigo regañado con el tiempo. Estos bocetos del natural quedaron fijados en mi cuaderno hace ya casi un mes, y desde el mismo día que los realicé, han sido escaneados esperando para ser mostrados. En peor suerte se encuentran otros, que aún siguen en silencio en mi cuaderno de apuntes. Aunque reconozco que no es mal lugar para reposar. Los sucesos suceden, mientras otro suceso no se anticipe.

Ha tenido que pasar un mes para poder mostraros el resultado de una sesión mañanera dedicada solo a los Cernícalos primillas de Oropesa. Al amparo de una sombra en una calle estrecha ya conocida, saqué mi material de campaña, desde donde dominaba visualmente la entrada a dos nidos. Todavía estaban con la fiebre primaveral, y el trajín era frenético. Son gente de paciencia apresurada. Me llamó la atención un macho inmaduro de uno de los nidos, donde en años anteriores lo ocupaba un macho adulto de plumaje impecable. Al jovenzuelo, su residual barrado en las alas lo delataba. No sé si sería debido a su impulsiva edad, pero el caso, es que dos hembras fueron atraídas a la vez a la puerta de su nido usurpado, no entendiendo bien su propuesta. Me prometí entonces, repetir en breve otra visita para descubrir que pasó con esa relación triangular. Y aunque he vuelto a salir al campo a dibujar, los sucesos me han impedido volver.

Los sucesos se siguen sucediendo… a su tiempo.

Cernícalo primilla-bocetos Cernícalo primilla-bocetos2 Cernícalo primilla-bocetos3 Cernícalo primilla-bocetos4 Cernícalo primilla-bocetos5 Cernícalo primilla-bocetos6 P1050179


El valor de los bocetos del natural.

Siempre me ha gustado mostrar parte de mis bocetos realizados del natural. Para mí son una joya que retiene en unos trazos, el momento y las sensaciones vividas. No solo representa el motivo dibujado, también una parte de uno mismo. Algo mágico. Seguiría escribiendo multitud de sensaciones… algunas hasta incluso contradictorias.

A todo artista le gusta contemplar las obras de sus colegas, buscando ese pequeño fogonazo deslumbrante  que te permite ver su luz… su inspiración. Gusta sumergirse buscando ese efímero momento de inspiración. Obras de mayor o menor talento; da igual. Las virtuosas obras de estudio, algunas mostrando hasta sus últimos detalles, otras la composición o la luz perfectas. Pero  lo que más me gusta y siempre busco, son sus bocetos o trabajos del natural. Solo ahí puede encontrarse la esencia, donde encontrarse la «mano» del artista… el nacimiento de una obra. El preciso momento en que la imagen es nuevamente imagen, cuando surge en un espacio en blanco después de su paso fugaz por el cerebro y las manos. Solo en esos momentos sucede la magia. El resto, es el resultado de un «modelado» sobre ese momento… con más o menos fortuna.

En las redes como facebook, puede sentirse con mayor intensidad los gustos por según que trabajos muestras gracias a sus «estadísticas». Es triste descubrir que dentro de un amplio perfil de seguidores, los bocetos del natural no son atractivos para la gran mayoría, con la salvedad de otros colegas, personas sensibles y conscientes de la importancia de estos trabajos. No importa, quién sabe mirar… ve. Yo por mi parte seguiré disfrutando haciendo bocetos del natural, y disfrutando contemplando los de otros.

Aquí tenéis una pequeña muestra realizada recientemente desde el interior de mi escondite de tela, o a «cuerpo descubierto».

Garza y EspátulaEspátula1 Espátula2 Pescadora1 Pescadora2 Pescadora3 Pescadora4En el campo


La desesperación de Pluma-Rota.

A unas semanas de la aparición del primer macho de Papamoscas cerrojillo en mi pequeño terruño, mis sentidos se han obsesionado con seguir cada vuelo fugaz o canto de estos intrigantes personajes. Desde dedicarles ratos a espiarlos, a seguirlos con el rabillo del ojo mientras me ocupo de mis tareas agrícolas, pasando por el deleite exclusivo de sus cantos… simplemente para admirar el empeño que ponen en ello. Al día de hoy son cinco los machos confirmados que marcan territorio y han tomado posesión de uno o varios nidales. Cada vez me sorprende más lo reducido de sus territorios, hasta tal punto, que los dos que están mas cerca de la casa puedes seguirlos por su feudo sin apenas moverte y, hay ratos en los que se sabe donde están cada uno de ellos. Algunas hembras ya se han dejado ver tímidamente e incluso parecen haber decidido nidal y macho. Será más adelante con las constantes cebas de los pollos, cuando de dejen ver sin reparo. También cuantas hembras comparten macho, como ya ocurrió la pasada temporada; pues ya sabemos de la vida loca que llevan algun@s individu@s de esta especie. A medida que esto sucede, el canto de los machos se va apagando y se hacen menos visibles.

Pero en esta ocasión me centraré en un macho concreto al que puedo seguir más de cerca, y no solo por su proximidad a la casa. Para determinar a cada uno de los machos, sus territorios y posaderos habituales desde donde lanzan sus trinos al mundo, ha sido necesario echar horas buscando un rasgo físico que los diferencie. En este macho que nos ocupa, ha bastado descubrir que algunas plumas terciarias blancas de su ala derecha tienen sus puntas rotas. De ahí el nombre de Pluma-Rota. El tamaño y diseño o forma de la mancha blanca de la frente pude ser determinante y me ha ayudado a resolver otros casos. Desde que Pluma-Rota llegó, ha tenido que hacerse valer para defender su comprimido territorio al encontrarse rodeado de otros machos, que a diferencia de él, ocupan territorios periféricos menos «encorsetados». Su mala fortuna ha hecho que ocupe un espacio reducido con solo tres nidales, dos de ellos ocupados por Herrerillos comunes, y el tercero, ubicado en un castaño que misteriosamente no ha sido capaz de bombear su savia, mostrando claros síntomas de defunción; lo cual ha dejado al nidal totalmente desprotegido del sol y poco atractivo para las hembras. Algo parecido le ha pasado a «Poca-Frente» (por tener una tira horizontal estrecha blanca en la frente) , otro macho que ha visto como dos de sus tres nidales los ocupa un Herrerillo y un Trepador. En varias ocasiones Pluma-Rota ha intentado seducir a alguna hembra con su despliegue de cola y alas, mostrando el semáforo blanquinegro sin éxito. Solo en una ocasión una de ellas se dignó a asomarse a la piquera; más por la insistencia de Pluma -Rota que por lo atractivo del nidal. También ha intentado tomar posesión de otros nidales colindantes sin éxito, debido a los ataques de los otros machos. Aún así no se rinde, y mientras otros ya empiezan a apagar sus cantos, él se desgañita durante todo el día con la esperanza de que alguna chica guapa se deje querer.

Gracias a la desnudez del castaño donde tiene el nidal y su cantadero habitual, me ha resultado fácil poder dedicarle unos ratos para hederle unos bocetos, tanto a lápiz como a rotulador de punta de pincel.

Nota del autor: Al día siguiente de realizados estos apuntes, desplacé su nidal al castaño de al lado y Pluma-Rota lo aceptó con alivio. Aún así, siempre tiene la opción de esperar a que alguno de los herrerillos termine para ocuparlo él. Le sigo viendo cantando desesperado y esperando a su amada.P. cerrojillo1P. cerrojillo2P. cerrojillo3P. cerrojillo4P. cerrojillo5Desde la sombraLas vistas de %22pluma rota%22

Las vistas de Pluma-Rota, con el valle del Tiétar, el embalse de Rosarito y Monfragüe al fondo.


Algunos bocetos más en Rosarito.

He realizado nuevas salidas mañaneras a dibujar del natural al Embalse de Rosarito, con desigual resultado. Sigo sin poder extenderme con los textos… pero, como una imagen vale más que mil palabras…

C. negra descansandoÁguila pescadoraGarza real


Sesión de dibujo en Rosarito.

El pasado miércoles por la mañana, dediqué una breve sesión de dibujo del natural en Rosarito… y estos bocetos son parte del resultado. Perdonad por lo breve del texto, pero es que las tareas pendientes se apelotonan amenazando reventar.

A. culebrera-M.pescadorCigüeña negraÁguila calzada


Primer «Rosarito» postnupcial de la temporada.

Esta misma mañana (madrugón incluido) he inaugurado la temporada posnupcial de dibujo desde hide en el Embalse de Rosarito. Las expectativas eran buenas, 32 Espátulas, 5 Cigüeñas negras, y especies varias vistas ayer tarde,auguraban una sesión de dibujo entretenida. Solo aparecieron dos Espátulas del año, y ninguna negra. Eso sí, milanos negros, gaviotas, garzas, y cornejas disputándose una carpa muerta cerca de la orilla. Parecía que no daban abasto en comérsela que al final aparecieron tres Buitres negros que parecían hacerla ascos. Me entretuve haciendo un retrato a un ejemplar subadulto con una anilla amarilla en la que se leía LPP (Luís Pérez Pérez… imagino). También pude hacer un retrato a una Pagaza piconegra solitaria que parecía tener el navegador averiado, pues es una especie rara en Rosarito, y a una Cigüeña blanca haciendo yoga en estado de meditación.
Aviso a navegantes: no se os ocurra apostaros a ver pájaros en Rosarito hasta que no se vayan los tomateros (léase humanos  veraneantes).

Retrato de LPPPagaza piconegraCigüeña descansando


Cerrojillos «trileros» 2013

Este año los Papamoscas cerrojillos me han tenido más confundido que en temporadas anteriores. El incremento de nidales ocupados por esta especie en mi pequeño terruño, ha sido una de las causas de mi desconcierto. Pasar de dos a cuatro hembras nidificantes es una buena noticia en una comarca donde no es común. Digo hembras, y digo bien; porque el numero de machos al día de hoy todavía no me ha quedado muy claro, sospechando de la posible «doble vida» de al menos uno de ellos. Buena estrategia para incrementar la natalidad… si la «campaña» acompaña. Las hembras se muestran tímidas hasta el momento de las cebas, por lo que me centré en los machos que no hacían otra cosa que alardear de su modesto trino y su contrastado traje blanquinegro. Intentaba buscar rasgos que les diferencien, como la extensión del blanco de la frente o en las alas y que usan como «semáforos»  (de ahí sus espasmos de ala). Esto me haría más fácil determinar que nidales pudieran escoger cada uno. Defienden y marcan todos los nidales que puedan acaparar, siendo testigo de casos de riñas y disputas por la misma caja de madera. No importa que en ese momento este ocupado por otra especie (Herrerillos, Carboneros, Trepadores…), pueden esperar turno para hacer uso de la «multipropiedad» si hiciera falta. El cuarto nido lo descubrí cuando las cebas ya estaban adelantadas y los pollos asomaban por la piquera. Si me descuido tres días, (que es lo que les faltaban a las crías por salir) ni me hubiera percatado de su existencia; y eso que era el más cercano a la casa, viendo a sus padres cazar constantemente desde la ventana de mi estudio. En pocos días se sumergirán en el bosque para luego hacer su particular muda antes de ir  en busca de tierras más cálidas.

Los siguientes bocetos y estudios los realicé durante los «recreos» o a ratos perdidos, colándose en una de las esperas un precioso macho de Verderón que ansiaba ser retratado. Terminé trabajando con mi viejo telescopio Nikon recto para poder seguir a los pajarillos por el follaje y en distancias cortas.

Papamoscas1Papamoscas2Papamoscas3Papamoscas4 Papamoscas5Papamoscas6VerderónPapamoscas7Papamoscas8Papamoscas9Entre el follaje


Los primillas de Oropesa

Este es el resultado de dos mañanas en las que me acerqué a la localidad cercana de Oropesa a dibujar los cernícalos primillas. Después de verlos alborotados durante la pasada feria medieval, decidí que este año no pasaba sin dedicarles algunos ratos a dibujarlos. La primera mañana coincidió con el pasado puente de mayo y mercadillo local, no encontrándonos cómodos ni los primillas ni yo con tanto trasiego de gente, pero sí me sirvió para localizar los mejores sitios y hacer las presentaciones de rigor. Y como no podía ser de otra manera y para empezar, unos retratos para irnos conociendo las caras. El trajín era incesante y no sabía con que pájaro mantener conversación. La segunda mañana las calles de la zona monumental trasmitían tranquilidad y placidez, por lo que pude concentrarme mejor a pesar de no encontrar las composiciones que andaba buscando. Muchos en las piqueras de sus nidos y pocos en tejados o en florituras arquitectónicas que hubiera sido lo deseable. La mayoría de las hembras esperaban pacientes en las bocas de entrada de sus nidos a que los machos llegaran con algún regalito. Los pocos machos que asomaban por los agujeros esperaban el relevo y así irse a cazar grillotopos con los amigotes, que será lo que traigan de comida a sus respectivas. Hice solo una hoja de bocetos en vuelo, y eso que la amplitud de la parte norte del castillo permitía seguirlos por el aire sin obstáculos. Me llamó la atención los picados y descensos para posarse en las entradas de sus nidos. Cópulas, se veían ya pocas.

Durante estas dos mañanas, no sé la de veces que cambié de sitio con todos los achiperres a cuestas; bien por el cambio gradual de la luz, buscando otro encuadre o algo más que un pájaro asomado a un ventanuco. Muestro un par de fotos de dos de los casi infinitos sitios donde estuve sentado.

Espero volver a repetir la visita antes que termine la temporada de cría.

Primilla 1Primilla 2Primilla 3Primilla 4Primilla 5Primilla 6Primilla 7Primilla 8Primilla 9Asiento 1Asiento 2


Cambio de cuaderno.

Después de un invierno lluvioso, la primavera ha comenzado su deflagración que promete espectacular. Algunas plantas más tempranas ya lucen sus mejores galas en una borrachera de color que turba. La primavera se viene repentina y todos se apresuran para ponerse al día. Los abejarucos se afanan en hacer su túnel ahora que todavía está la tierra blanda, y apenas tienen tiempo de besuqueos y regalitos de compromiso. Las águilas culebreras proclaman con su piar el amor que se procesan por todo el valle, seguidas de cerca por las águilas calzadas que no gustan de compartir territorio con gente desconocida. El cuco escucha su eco de las horas en punto como si de una conversación se tratara. Al ruiseñor le parece poco estar cantando todo el día, que también se dedica a dar conciertos nocturnos… y si la luna acompaña… mejor. La embriaguez de la primavera no te deja verla, olerla o escucharla con claridad.

Aunque el robledal de la parte baja del valle ya da sombra, a la altura de mi pequeño terruño, comienzan a despuntar sus hojas; en contraste con fresnos, alisos, abedules, avellanos o arces, que siempre han demostrado tener más prisa. A pesar de la parcial desnudez del bosque, los machos de papamoscas cerrojillo llevan ya unos cuantos días reclamando su pedacito. Uno de ellos, interrumpido por un trepador azul, que aunque ya con nidal propio, no puede evitar esa manía suya de molestar a los vecinos. Las hembras todavía no se han dejado ver, y ya veremos este año cuantas parejas ( o tríos) se forman y, si la modesta ampliación de nidales por el territorio consolida esta pequeña población. Ya os iré contando.

Durante días pasados, he podido sacar algunos ratos de paseo a mi recién estrenado cuaderno; quedando un poco decepcionado en las dos primeras jornadas. No solo por la falta de «tono muscular», si no más bien por el cambio de textura del papel, obligándome a probar distintas durezas de lápiz y ver cuales se adaptan mejor a mi estilo de dibujo. Puede parecer una nimiedad, pero una mala elección puede condicionar más de lo que parece el resultado. Una diferencia mayor de dureza entre mis lápices habituales, ha permitido sentirme más cómodo en la tercera hoja de bocetos. De dar aguadas… mejor no hablamos; el resultado es pésimo. Sacaremos otros ratos para seguir probando.

Alcaudón común-AbejarucoPapamoscas cerrojilloPapamoscas cerrojillo2


Bocetos de arranque… bocetos en el limbo.

En la pasada edición de FIO llevé para mostrar, algunos de mis cuadernos de bocetos de campo («fieldsketches» para los amigos), con enorme aceptación por los que saben del valor de este tipo de trabajos. Mientras pasaba las hojas, aparecían intercalados esos bocetos que ya en una entrada anterior calificaba de «calentamiento» o «arranque» y, que en la mayoría de las ocasiones no suelo mostrar en el blog. Algunos quedan dispersos por el cuaderno, aveces sin firmar ni fechar, como en una especie de limbo en el mejor de los casos, o cuando no, terminan en la papelera o para encender la estufa. Otros de estos bocetos terminan formando parte de los «proscritos» del cuaderno, después de una sesión de campo frustrada por la inesperada aparición de un transeúnte, un ganadero que busca charlar… o directamente,  porque ese día no tocaba.

Prometía dedicar una entrada a estos bocetos; pero sobre todo a esos de calentamiento, que suelen sentir el calor de las llamas más que los otros, y vistos con el tiempo, no me parecen tan indignos como para sufrir tal humillación.

Imagino que cada artista inicia de forma particular, sus sesiones de dibujos o pinturas de campo. Los habrá que comiencen directamente con la obra, o tomándose el tiempo que consideren oportuno observando el motivo. Yo en mi caso, y sobre todo si se trata de trabajar con animales que generalmente están en movimiento o cambian de postura a menudo, suelo «arrancar» con esbozos rápidos buscando esa coordinación entre ojo- cerebro-mano, para conseguir una  soltura optima en el trazo. No siempre es necesario y, en ocasiones, ya notas esa soltura desde el principio. En otras, no lo consigues en toda la sesión, pero generalmente una hoja de bocetos de arranque es suficiente. A veces el cerebro se muestra perezoso y tiende a olvidar las habilidades adquiridas, y mantenerlo en plena forma requiere de estos y otros ejercicios ( como no mirar al papel mientras se dibuja), que pueden practicarse siempre que la ocasión lo permita. Por ejemplo: la mayoría de los bocetos de paseriformes que muestro a continuación, están realizados a «ratos perdidos» en mi pequeño terruño, cuando las labores agrícolas no son de obligado cumplimiento. … Y si tienes un comedero abarrotado de pájaros delante de la casa, la tentación se hace irresistible. Notaréis diferencias en los trazos al tratarse de lugares, momentos o situaciones diferentes, dando distinto resultado a la sesión.

Nota del autor: Esta entrada está dedicada a Paulo Alves, por el interés demostrado en este tipo de bocetos.

Martín pescadorCerceta comúnCuervoZorzal charloCollalba gris juvGrullaPapamoscas cerrojillo-OropéndolaEspátulaGrullasCurruca capirotada-MirloPinzón común-PicogordoVerderón-Pinzón común-PetirrojoCarbonero-PicogordoPetirrojo-Pinzón común-Escribano montesinoPapamoscas gris-P. cerrojilloBuitre leonadoCiervo volante


Las imperiales de la Portilla del Tiétar.

No sé que ha pasado con este blog. Se me ha quedado olvidado, como cuando te dejas los prismáticos encima del capó y te marchas perdiéndolo por el camino. Las cabezas a veces gravitan alrededor de otras cosas, despreocupadas, o concentradas como es el caso, en encargos de entrega urgente. Aun así, me he visto forzado a abrir un paréntesis de un día, para acercarme a mi querido Monfragüe y hacer algunos garabatos. Entrando desde la Bazagona se llega a la Portilla del Tiétar, uno de los lugares del parque que me ha gustado desde siempre, sin necesidad de internarme más y, como en esta y otras visitas, paso el día y luego de vuelta para casa. Acomodado desde poco después del amanecer, las imperiales ya estaban allí, al menos la hembra que no paraba de «ladrar» llamando a su querido, y cambiando de posadero frecuentemente, pero el tiempo suficiente para hacer algunos bocetos y deleitarme observando esta majestuosa ave. No tardó demasiado en aparecer el macho y demostrarse ambos el amor que se tienen. Este año el nido no está accesible a la vista como otros, y han preferido algo mas de intimidad para evitar a esos mirones con telescopios de la otra orilla del río, en los cuales me incluyo. La hembra, que permaneció todo el día cerca del nido, también se dedico a hacerles unos picados intimidatorios a los buitres, a pesar del poco trasiego de estos. Y es que a los leonados los vi un poco retrasados con la cría. A penas unos pocos estaban incubando, viendo varios nidos nuevos de este año, pero desocupados. Creo que barruntan hambruna. En el descanso de sobremesa hice un boceto a uno de ellos. La nutria se dejo ver mañana y tarde. Un macho de gran cabeza al que le importaba poco las miradas de los allí presentes. El buho real, ni se asomó a pesar de apurar hasta las últimas horas del día. Es una lástima… haber tenido ocasión de hacerle algunos bocetos, sería la guinda para terminar la jornada. Otra vez será.

Aguila imperialAguila imperial2Aguila imperial3Aguila imperial4Aguila imperial5Aguila imperial6Aguila imperial7Aguila imperial8B. leonado incubandoAguila imperial9Aguila imperial10Portilla del Tiétar


A por cuervos.

La mañana estaba fría, amanecía y no amenazaba lluvia. Acababa de meterme en mi pequeño escondite de tela, con la intención, esta vez sí, de dedicar una mañana a los cuervos. Me situé en lo alto de una loma en las inmediaciones del vertedero mancomunal, donde tenía un ángulo de visión amplio, y donde días antes veía frecuentado por cuervos. El pequeño cerrete de los buitres enfrente y cerca, un cercado con posibilidad de posaderos. No tardaron en aparecer los de siempre; buitres, milanos y los deseados cuervos. Mi mano empezó a esbozar los primeros bocetos… sin calentamiento ni nada. Esta sesión solo fue alterada por la llegada de un buitre negro, matrícula 2NR, que aparentaba ser el más viejo de los allí presentes, y al que no pude resistirme  hacerle un retrato. Los cuervos no paraban de traer restos que enterraban con delicadeza. Otras veces,  besuqueos y arrumacos que se daban las parejas enamoradas, con entrega de ofrendas incluidas. La tranquilidad fue alterada por la escaramuzas de un joven halcón peregrino, que acosaba y perseguía a los cuervos… o se dejaba perseguir como un juego de críos. Y es que la juventud hierve la sangre. Se posó brevemente un par de veces sin darme tiempo casi ni a enfocarlo. Lástima.

No deja de sorprenderme el comportamiento tan complejo y lucido de estas aves a pesar de su negro pero brillante plumaje. Unas hojas de bocetos son suficientes… de momento.

Al recoger, pude ver a la pareja de imperiales observada días atrás, pero muy muy lejos.

Cuervo1Cuervo y Buitre negro2Cuervo3Cuervo4Cuervo5Cuervo6Escondite1Escondite2


Otra vez… águilas imperiales.

CuervoLas águilas imperiales de ayer me dejaron con la miel en los labios y, esta misma mañana había decidido comenzar el recorrido a la inversa, (comenzando por el verterdero, pasando por Manchoverde y terminando por El Rincón) con la esperanza de verlas a una hora más temprana. Al llegar, más buitres que en días anteriores pero más recelosos. Busco a las imperiales y a la real sin éxito, y ya mentalizado en cambiar el programa, quizá esta vez sí era el momento de los cuervos. Caliento la mano en la primera hoja con ellos… y en un barrido rápido con los prismas, veo a una de las imperiales posada cerca de donde estuvo ayer, centrando entonces mi enfoque en ella y dejando una vez más a los cuervos en «bocetos de arranque» (dedicaré una entrada a este tipo de hojas de calentamiento o arranque, que no sé muy bien porqué, no figuran en este blog). Al final apareció la segunda pero muy lejos. El poco rato que pude dedicar unos bocetos a la primera, antes que se fuera acosada por los cuervos, no me pareció suficiente e intenté acercarme. Tocaba coche y patear un poco. Las volví a ver a las dos, posadas en la copa de un majestuoso alcornoque y atareadas en algo muy, pero que muy sospechoso. Estas son tempraneras en amoríos. Sin ánimo de molestar y dado que estaba en territorio comanche, una retirada era lo más acertado. Solo unos bocetillos, pero el encuentro ha merecido la pena.

Aguila imperialAguila imperial2De vuelta a casa, y desde el coche, descubro un joven buitre leonado posado en un poste cerca del camino. Me paro, me aguanta y veo la ocasión perfecta para unos retratos, que hice desde el interior de mi vehículo y muestro a continuación. Su comportamiento pasivo no parecía deberse a nada preocupante. Miran con ceño fruncido, pero no por enfado. Después de los retratos, le dejé tal y como me lo encontré. Con esta guinda, la mañana ha sido perfecta.

Buitre leonado-retratoBuitre leonado-retrato2


Una mañana de sorpresas.

GrullaPasados estos días en los que uno no sabe si son de trabajo o disfrute, salgo con intención de retomar mis sesiones de grullas. Y como no, por mi recorrido habitual que tan buenos ratos me hace pasar. Nada más entrar al camino, me paro con las dos primeras a las que hago sendos retratos. Es sorprendente los rasgos tan diferenciados que tienen unos ejemplares y otros. La distancia era crítica y no me perdieron ojo en ningún momento, hasta que decidieron no posar más alejándose poco a poco. Para seguir calentando la mano, me centré en un individuo juvenil que acompañaba a otra pareja un poco más distante. Pero al poco, también se marcharon. No importa, seguro pillaré a otras más adelante.

Al pasar por la pequeña laguna de El Rincón, veo en medio del agua una estela que se me antojó demasiado marcada y larga como para ser de un cormorán o un pato. Me paro, miro con los prismas… una nutria con un magnífico pez en la boca, se aproxima a la orilla. Sale de medio cuerpo entre unos juncos donde lo devora bajo la mirada de una garza… las arrimadas de siempre. Era un macho descomunal, y me pregunté si no sería el viejo macho tuerto que llevo tiempo sin ver el río. Sabía de la presencia de nutrias en esta balsa de agua, pero no es el sitio ideal para observarlas. Las distancias son largas y pocas opciones de escondite. Tendría que echar la mañana solo con ella. Sigo la marcha en busca de las grullas y, en lo alto de un poste eléctrico veo posado lo que me pareció no era un milano y donde días atrás los había dibujado. Era una joven águila real  que descansaba mirando inquieta a los rabilargos que la acosaban a su alrededor. Una magnífica sorpresa que no había que desaprovechar a pesar de la larga distancia. Una hoja de bocetos y sale volando. La sigo con la vista y se posa de nuevo sobre un poste de una valla. Me acerco y consigo otra hoja… pero vuelve a salir volando. Así no hay quién pueda mantener una conversación. Esta vez se dirige hacia el vertedero… al final terminaremos ambos en el mismo sitio.

Aguila real juvAguila real 2Ya allí, los buitres y demás… como de costumbre. Busco a la real con la esperanza de que se hubiera posado cerca. A veces el hambre puede más que el miedo. Barro con mi teles cada vez más lejos, hasta que descubro una imperial y luego otra posadas en distintos quejigos.  La distancia era tremenda, pero aún así no puedo resistirme ha hacer algún boceto a sabiendas de no poder incidir en detalles. La segunda, más alejada, era un ejemplar de cuarto año con llamativas plumas leonadas en sus alas. Aguanto lo que queda de mañana con el deseo frustrado de que alguna se acercara llamada por la curiosidad de tanto buitre. Que por cierto, sigo perdida la inspiración de dibujarlos entre la basura y eso que se ponen francamente a huevo. Y es que lo de las imperiales me ha eclipsado por completo. Es una alegría que todavía se puedan ver por la comarca. Ha sido una mañana de sorpresas… es lo que tiene salir al campo.

Aguila imperial


Recurriendo a viejas conocidas.

Esta mañana he salido con la intención de ampliar los bocetos de grullas, en especial de individuos juveniles. Las he encontrado más asustadizas de lo que es habitual en ellas. Me han tenido de acá para allá mendigando un poco de conversación o, que al menos me diera tiempo a sacar los bártulos de dibujar y hacer algún boceto digno. Probé suerte con los milanos, pudiendo hacer un boceto a uno, y a una pareja de cuervos muy cariñosos que no paraban de acicalarse el plumaje el uno al otro. A la vuelta de mi recorrido habitual por El Rincón, recurrí a esas parejas dispersas y generalmente con pollo que suelen buscar alimento donde el grueso de ellas detesta por encontrarse cerca de caminos de tránsito regular. Hecho de menos a una pareja muy confiada y que suele alimentarse todos los años a la entrada del camino entre un grupo de encinas. Esta pareja casi cada año la acompaña un par de pollos. Ayer observé dos adultos en el mismo lugar y sospechosamente muy asustadizos, lo que me hizo pensar que no eran las de años anteriores. Hay otra que frecuenta una vaquería cercana que también repiten todos los años. Y es que tener ocasión de ver estos u otros animales, se da uno cuenta de las diferencias en las costumbres y el carácter de cada individuo. Me pasa lo mismo con los pájaros que acuden a los comederos de mi terruño, tienen comportamientos y «manías» totalmente diferenciados. Al final, gracias a esas grullas «confiadas» pude hacer algún boceto a sus polluelos. No son suficientes, y no sé si de todos estos bocetos saldrá alguna acuarela. Lo que si es cierto… son los ratos disfrutando en el campo en tan buena compañía.

Milano real y cuervosGrullas juv. y tarabillaGrulla juv. ahuecada


Grullas, milanos y demás vecinos.

Zorzal alirrojoSigo saliendo a dibujar al campo casi a diario, al menos por las mañanas, y sigo persiguiendo a las grullas por El Rincón, hasta tal punto que me parece enfermizo. Ya rondan en mi cabeza composiciones para una posible acuarela de esas que a mí tanto me gustan, pero aún así seguiré acosándolas pues hay algunas facetas de su comportamiento que me gustaría plasmar en mi cuaderno. Me he dado cuenta también, que me faltan unos bocetos decentes de ejemplares juveniles para ampliar el registro de imágenes. Este año me he dicho que tocaba grullas y de momento no va mal, a sabiendas de dejar de lado la temporada de nutrias que por estas fechas llevan ya tiempo con sus jolgorios nupciales. Aun así tendré que hacerlas una visita… aunque sea de cortesía antes que se las pase la fiebre. Espero no me lo tomen a mal. Con las grullas, siento que los bocetos salen más rápidos y con trazos espontáneos… disfrutando más que dando detalles. A los que he empezado a conocer, son a los milanos reales y, como no podía ser de otra manera, unos retratos para ir cogiéndonos confianza… a ver hasta donde llega nuestra relación. Estando tan cerca el vertedero, te los encuentras volando y posados por doquier, existiendo varios dormideros por la comarca. Y entre milanos y grullas, todo aquel que se acerque a saludar, porque hay una ley no escrita que dice que en el campo no se le niega el saludo a nadie. Entre ellos un zorzal charlo ( el alirrojo está dibujado desde la puerta de la casa de mi pequeño terruño) y un ratonero (busardo para los de la nueva escuela)  al que llevo viendo varios días y reconozco por faltarle dos primarias del ala derecha.

Espero seguir con la racha… otra cosa será traducir algunos de estos bocetos en una acuarela decente.

Milano realMilano real-retratosGrulla y RatoneroMilano real2GrullaGrulla2Grulla3Grulla y Zorzal charloGrulla4Grulla5Desde el cocheEn todas estas excursiones mañaneras suelo terminar en el vertedero mancomunal, donde sigue siendo frecuentado por los buitres y oportunistas varios. A pesar de la confianza y cercanía, no me han entrado ganas de desenfundar el cuaderno de dibujo. En la última ocasión, verlos enzarzados buscando no sé que, en una monumental montaña de desperdicios que todavía «jumeaba». Me entraba una flojera que disipaba toda inspiración. De todas formas tendré que hacer un esfuerzo, taparme la nariz y dedicarles algunas sesiones más. Una tarde de la semana pasada, hice este itinerario habitual acompañado de un jovencísimo y prometedor naturalista ( la foto que acompaña es suya). Viendo buitres y demás, aparece en escena una cigüeña blanca que, con un aparatoso «colgajo» enganchado a su pata derecha,  la obligaba a un vuelo fatigoso. Minutos antes se había posado en uno de los focos en lo alto de una torre metálica y creíamos que al salir volando iba a quedar enganchada. De todas formas, y si nada lo remedia, sus días están contados con semejante lastre. Han pasado varios días y no logro quitármela de la cabeza.

Cigüeña sentenciada©© José Vargas Soldevila


Grullas

 

Esta misma mañana me disponía hacer el mismo recorrido que días anteriores. Esta vez no me dejé llevar y me detuve al principio del itinerario con las primeras grullas. Metros atrás paré a charlar con un elanio posado en un poste. Mientras me acomodaba en el interior de mi vehículo, él no quitaba ojo a los topillos de debajo suyo. Cuando me disponía a perpetrar los primeros trazos… va y sale volando. Ya le había visto varias veces días atrás, incluso acompañado por otro de lustroso plumaje, que devoró un topillo casi por completo de un trago. Con las grullas fue distinto. Había pocas, una cincuentena que se alimentaban en lo que queda por arar del maizal al estar demasiado blando después de las lluvias. Me llamó la atención la cojera pronunciada de una de ellas, y descubro que la faltaban los dedos de la pata izquierda. La pobre no se defendía mal a pesar de pisar con el muñón. Verla intentar rascarse insistentemente la cabeza sin llegar a tocarse, me parecía una escena surrealista. No sé, pero me da la sensación que veo más parejas con dos pollos que otros años. Cada vez me siento más cómodo abocetando a estas hermosas aves, pero sigo sin encontrar la composición que busco. Espero encontrarla antes que termine la racha.

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Cogiendo vicio

El calor de la estufa de leña dentro de la casa y la gélida brisa del exterior, hacía al domingo un día poco apetecible para salir a dibujar. Solo cuando el sol estaba más alto, no pude resistirme y salí a ver si caía algún boceto. Después de varios esbozos y, viendo que a salto de mata no sabe uno donde apuntar con el telescopio con tanto pájaro inquieto, decidí echar algo en el comedero y colgar algunos cacahuetes para apuntar a seguro. No era la hora de la comida, pero con el silbido de llamada no tardaron en aparecer trepadores, carboneros, herrerillos, pinzones y demás cohabitantes. Me entretuve con los trepadores, esos que son los primeros en aparecer y los que suelen hacerse los dueños de la comida que defienden con bravura. Suelen aparecer tres o cuatro ejemplares distintos, de la pareja que tiene territorio a la parte oeste y los otros de la este, teniendo también acaloradas discusiones sobre quién llegó primero. El otro oficio es ir llevándose toda la comida a los «yunques despensas» en un frenético ir y venir. Luego toca meterle mano a los cacahuetes colgados, y a estos para sacar la comida hay que trabajárselo. Verlos colgados de las ristras es todo un espectáculo de posturas inverosímiles.

Mirlo-Herrerillo-Mito

Trepador-CarboneroDesde casaPor la tarde aproveche la presencia de un grupo de lúganos alimentándose en los madroños de la parte trasera de la casa. A estos tampoco se le dan mal las posturas acrobáticas, desesperando hasta al más paciente en su busca entre los ramones cargados de madroñas. También se posan en el suelo para comer de los frutos caidos, no su pulpa, si no las diminutas semillas de su interior. A estos me gustaría echarles alguna sesión más.

Lúgano

Hoy lunes a última hora de la tarde me acerqué a ver por donde andaban las grullas de El Rincón. Nada más llegar descubro que un grupo numeroso estaban comiendo en lo que era el maizal… claro, lo habían arado estos días atrás dejando al descubierto granos caídos de la siega que pasaron desapercibidos en la primera batida… el rebusco del rebusco. Y como no puede ser de otra forma, y para irnos conociendo, lo primero unos retratos y cuando nos cojamos confianza… ya veremos. Como cambian los rasgos de unos ejemplares a otros.

Esto de salir tan a menudo a dibujar al campo, me está empezando a preocupar… no le estaré cogiendo vicio?  Ya verás cuando la ocasión no se preste, las fiebres, convulsiones y delirios que voy a padecer…

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Buitres juveniles

Hoy, al igual que lo sucedido ayer, he terminado mi salida mañanera dibujando buitres en el basurero. Y hoy como ayer, si nada te retiene por el camino, acabas en destino seguro. Antes de llegar se veía parecido meneo que la mañana anterior. Quizá sea la ocasión de cuervos o milanos. No fue así, ninguno se dignó ni siquiera a saludar. Me coloque en otro lugar para evitar el contraluz padecido la jornada de ayer. Algunos se levantaron con mi aparición por detrás de una loma, y eso que yo disimulaba como si estuviera cogiendo setas… pero no coló. Sabía que la distancia era crítica, y de hecho, muchos de los que se habían levantado volvieron a posarse en el mismo sitio. Dada la indiferencia que mostraban milanos y cuervos, decidí centrarme en unos ejemplares juveniles, seguramente de este año, a los que hice sendos retratos. Los retratos de animales son mi debilidad, no sé porqué, buscando algo más que un simple perfil, quizá esos rasgos diferenciados que lo dan un carácter personal, donde está lo único como individuo. El caso que a medio terminar el segundo, alguien se presenta pertrechado con prismáticos y cámara, resultando ser Javier Gómez, vecino de un pueblo de la comarca y escultor en vidrio de renombre. Terminamos hablando de aves, arte y de más temas interesantes, hasta el punto que se pasó lo que nos quedaba de mañana, y yo, obligado a rematar el segundo retrato en el estudio. En el campo pueden darse encuentros sorprendentes.


Esta vez… leonados.

 

 

 

Sigo saliendo a hurtadillas a dibujar al campo. Y sigo buscando ese momento a las grullas no con el tino que me gustaría. O con la esperanza que algo me retenga a mí y a mi cuaderno. Después de varias paradas poco fructuosas a medio camino, me dirijo al basurero mancomunal al ver desde la lejanía un numeroso grupo de buitres sobrevuela cerca. Incluso antes de llegar el espectáculo es impresionante. Distintas especies de aves pululan por todos lados, entre ellos más de cuarenta buitres negros y al menos doscientos leonados, que tanto volando como posados dentro y fuera del recinto, hacían una parada más que obligada. Esta es la ocasión perfecta para redimir el desagravio de nuestro anterior encuentro. Esta vez tocaba leonados, así que empecé fuerte con unos retratos después de los bocetos de calentamiento o arranque realizados a medio camino a una grulla y un milano real. Luego bocetos de poses más o menos trabajados. Me compadecía de todos ellos al verlos entre montones de residuos humanos, aunque sé que lo sobrellevan con una dignidad que ya quisiera la especie humana. Entre un grupo posado en una loma fuera del recinto me llamó la atención un ejemplar inmaduro con una marca alar amarilla y una combinación de letras. Todo sea para conocerlos mejor y así protegerlos como merecen. La próxima vez toca milanos o cuervos… si no se pone alguien delante.


Buitres

 

 

 

Durante días he hecho varias incursiones para ver las grullas, con la intención de pillarlas en una gran extensión de maíz segado a finales de verano. Todos los años nada más llegar se concentran a cientos rebuscando los granos que se escapan de la cosechadora desperdigándose por todo el suelo. Tenía incluso localizados varios puntos donde colocar el escondite para hacerlas alguna espera… previo madrugón claro. Ayer volví, y no había ninguna. Sé por otros años que estos granos «perdidos» les duran poco y, a la que te descuidas se los han comido todos y buscan otra fuente de alimentación. Otro año que se me pasa sin pillarlas en el maizal.

Me parecía pronto para que estuvieran metidas en la dehesa… un poco temprano para las bellotas. Aún así decidí internarme entre las encinas no sea que me hubiera equivocado. Al poco descubro con el rabillo del ojo, lo que parecía un pequeño rebaño de cabras, resultó ser una pandilla de buitres en una carroña. Orillo el coche en el camino a una distancia de respeto mutuo y me digo: «Potri, esta es la mía». Un día precioso de otoño, la sierra como telón de fondo, la luz perfecta… y una mañana por delante. Del difunto apenas quedaban unos huesos, pellejos y otros despojos desparramados a discreción, a los que algunos no hacían ascos creándose momentos de tensión entre ellos. Poco apoco a poco fueron apareciendo más llegándose a juntar una docena de negros, más de cuarenta leonados y, un número indeterminado de milanos reales, cuervos y demás oportunistas. Los que no se disputaban los despojos eran los que habían disfrutado del festín en su inicio luciendo un buche a reventar y en un estado de embriaguez de carroña patente. Los recién llegados solían ser ejemplares jóvenes a los que les había llegado tarde el recado y se pegaban por cualquier cosa… solo por mirarse mal. Ay la juventud. Poco a poco se fueron marchando y tocaba retirada.

Después de un rato observándolos me acomodo en los asientos traseros de mi «expres», comenzando con mis habituales esbozos rápidos para ir calentando la sincronía.Al poco me entretengo algo más, e incluso me atrevo con un retrato a sabiendas que la distancia y el «zum» a tope difuminarían los detalles, incluso con la calidad de mi teles. Revisando el cuaderno al recoger, me doy cuenta que todos los dibujos son de negros menos un leonado… con la cantidad de gente que pululaba por allí. Espero no se lo tomen como un desprecio y no me lo tengan en cuenta en futuros encuentros.  En el estudio doy más carga de lápiz a algunos bocetos, ganando en detalles y acabados aún a pesar que pederían parte de la frescura inicial.

En ocasiones la vida que te rodea te regala con momentos de su cotidianidad.

 


… y paseante.

Es triste deambular por el campo mendigando un sitio donde sentarse a dibujar aves del natural. Y es que esta semana, de las tres tardes que he podido arañar para hacer unos bocetos en el Rosarito, solo en la última me he traído un par de hojas para casa. No es condenable que personas disfruten de este entorno para hacer deportes de ocio, sacar al perro, volar sus mimados teledirigidos u otras actividades más, aunque algunas si sean reprochables. De los pastores no tengo ningún inconveniente, son personas tranquilas y pacientes al igual que su ganado. No puedo decir lo mismo de los cabreros ya que se necesita algo más que la paciencia… y prefiero no ahondar más en estos últimos, por eso de no usar calificativos desagradables, a sabiendas que nunca es acertado generalizar. El tipo de ganado hace al ganadero y, partiendo que las cabras las creó el demonio y no dios… ya está todo dicho. Y lo sé porque he tenido cabras y lo he sufrido en mis propias carnes… exorcizándome a tiempo.

No es que me importe volver a casa con dos hojas de bocetos después de tres tardes. Así puedo poner en practica mi faceta de paseante, que es mucho más que simplemente andar. Coger el pulso al lugar, embriagarte con las luces del atardecer, los aromas del otoño, y sobre todo, sumergirse en uno mismo, solo interrumpido por el paso de una garza o una negra para inmediatamente volver a entrar en trance personal. Pasear también invita a ver lo que nos rodea desde otra perspectiva, despertando incluso más la inspiración al observar sin la enfermiza obsesión del naturalista o del dibujante. De hecho estos  recientes paseos me han inspirado para futuras obras que abordaré cuando mi oficio como ilustrador me lo permita.

Durante la tercera tarde, más por empeño que por otra cosa, decidí no volver a casa de vacío y, a pesar del poco movimiento de aves ( si, lo sé, en el campo hay más motivos para dibujar que no solo pájaros…), un martín pescador se posó cerca un rato compadeciéndose de mí, y como siempre, a esta gente nunca les digo que no. Los bocetos de estos pájaros siempre son agradecidos. Total, una hoja… algo es algo, aunque me inspiró para una de las obras que comentaba anteriormente. De regreso a casa paso por una zona de campiña y bosquetes de melojos. Aminoro la marcha en un lugar donde suelo ver algún mochuelo sobre «mojoneras» de lindes de parcelas… y allí estaba. Doy marcha atrás para situarme a una distancia prudente y desde el mismo coche consigo hacer una hoja más de bocetos. Ya en casa retoco algunos y coloreo en digital antes que la luz o los colores se difuminen en mi memoria. Tenía ganas de colorear en digital apuntes de campo después de la satisfactoria experiencia de esta primavera, que seguro volveré a repetir.

Espero tener más suerte en mis próximas salidas a dibujar… aunque tampoco me importa dedicarlas a pasear.


Escapada rápida.

Ayer tarde, aprovechando que nadie me veía y sin previo aviso, me escapé con todos los achiperres a pintar al campo. El Rosarito suele dar agradables sorpresas por estas fechas. Después de asomarme a dos lugares de su orilla norte con poca fortuna, encontré el sitio ideal en el recodo del Charco de la Justicia. Espátulas, negras, garzas, garceta grande y común, junto con patos y limícolas varios delante mío, hacían prometer una tarde completa. A destacar: un archibebe oscuro con plumaje completamente invernal. Para algunos en otras comarcas, puede ser un ave común, pero aquí es toda una cita. Estaba entre otros archibebes comunes y claros.

Me acomodo a una distancia prudente y me dispongo a hacer los primeros bocetos a las negras… lo siento son una de mis debilidades. Ya habrá tiempo para los demás bichos. Iba con ganas de trabajar rápido, con bocetos enérgicos y no entrar en detalles bajo ningún pretexto. La profesión de ilustrador exige casi siempre un alto nivel de detalle, cosa que hago casi a diario y, la idea era disfrutar despreocupándome del resultado. Digo que la tarde prometía, porque con la segunda hoja de bocetos, aparecen en escenas dos jóvenes enamorados y, aunque no puedo reprocharles nada, espantaron todo el bicherío esfumándose una tarde gloriosa. El amor es lo que tiene.

Aquí están esas dos primeras hojas. Me gustan por lo rápido y espontáneo de los trazos, dotando al dibujo de fuerza.

Dudando si recoger y dar por concluida la sesión, observo que algo menudo se mueve en la orilla de enfrente. Parece ser que un andarríos grande había aguantado la presencia de los enamorados debido a una pronunciada cojera, y optó por no salir volando con el resto. Salir volando es fácil, pero aterrizar luego a una pata es más complicado. Hice un trabajo a lápiz también muy rápido al que al final decidí dar color en el momento, por eso de no darme por vencido, aún a sabiendas de que el papel es malo para las aguadas. Todo está coloreado con un pincel plano de pelo sintético del número 22, un pincel francamente ancho. Esto me permitía cubrir amplias zonas con rapidez y los detalles con el borde del pincel. El resultado, igual de espontáneo que los anteriores bocetos… buscando la esencia. Trabajar sin el «corsé»  del detalle, es toda una liberación. Muestro una parte para apreciarlo mejor. Clic para ampliar.

Todo el agua que tenía delante estaba lleno de pájaros. Pena que en esta foto ya no salga ninguno.


Últimos bocetos de campo.

Bien, pues parece que no solo hace falta sacar tiempo para salir a dibujar al campo; si no que también hay que hacerlo para colgarlo en el blog, acumulándose bocetos de varios días. Esto hace que narrar lo acontecido durante las distintas jornadas,  sea misión casi imposible y, aún así, intentaré dar algunos detalles.

Durante las dos primeras mañanas las pasé en un «hide» de tela, donde el calor se hacía insoportable a partir de las diez. Agravado el segundo día por un fuerte viento que desfiguró tanto mi escondite, que quedé literalmente atrapado. A pesar de las incomodidades y, de que el Rosarito no estaba alegre de pájaros que gustaría, me sentí suelto con los bocetos, teniendo momentos de auténtico disfrute. Lástima no colorear ninguno de ellos por mi obsesiva manía de la inmediatez del lapicero. Os muestro algunos bocetos realizados los dos primeros días.

Durante el fin de semana, no pude resistir la tentación viendo la incesante algarabía de insectívoros entre los endrinos, un saúco, un mundillo y un arraclán que hay delante de la casa de mi pequeño terruño. El incesante trajín y las constantes escaramuzas entre ellos, sobre todo entre los papamoscas, hizo que pasara unos ratos de auténtica locura. Lo inquieto de estos pájaros exigía máxima concentración y una gran dosis de paciencia para no desesperar. Para arrancar, y aunque no lo hago habitualmente; realicé unos bocetos de «calentamiento». Se trata de dibujar mirando por el visor del teles y sin mirar al papel. Con los primeros garabatos ni con el rabillo del ojo, y después de unos cuantos, mirar solo para «reubicar» la punta del lápiz, hasta encontrar una fluidez entre el motivo a dibujar y la rapidez de llevarlo al papel. Esta práctica es más que aconsejable como preliminares, y más cuando se trata de pájaros hiperactivos. Con los posteriores ya nos podremos entretener corrigiendo formas o incorporando detalles. En esta primera hoja tendría que haber, aparte de papamoscas, algún mirlo, pinzón, mosquitero… y no sé que más. En el resto de las hojas, los bocetos ya se parecen a alguien.